Confieso que tengo una ambición, una sola y gran ambición personal: quisiera que el nombre de Evita figurase alguna vez en la historia de mi patria. Quisiera que de ella se diga, aunque no fuese más o menos esto: hubo una mujer que se dedicó a llevarle al Presidente las esperanzas del pueblo, que luego convertiría en realidades. De aquella mujer sólo sabemos que el pueblo la llamaba, cariñosamente,